La decisión que tomaron mis clientes de comprar la casa de sus sueños durante el verano de 2019, antes de vender la casa que tenían, no parecía, en absoluto, una transacción financiera riesgosa en ese momento. Pintaron su antigua casa y la pusieron a la venta en octubre imaginando que se vendería rápidamente en el sumamente activo mercado de los bienes raíces. Mis clientes habían generado un ahorro que les permitiría cubrir seis meses de hipoteca, los impuestos sobre la propiedad inmobiliaria y los pagos de servicios públicos. Asimismo, estaban convencidos de que su antigua casa estaría vendida para abril del año siguiente.
Sin embargo, la propiedad se quedó en el mercado por más tiempo de lo esperado y, entonces, sucedió lo inimaginable: la pandemia por la COVID-19 paralizó temporalmente el mercado inmobiliario local. Las órdenes de quedarse en casa no permitieron que se hicieran sesiones de open house y los compradores potenciales tuvieron que posponer sus planes. La casa se quedó vacía durante varios meses adicionales y las cosas empeoraron aún más para mis clientes. La pandemia generó despidos dentro de la compañía en la que trabajaba el esposo y, en breve, se quedaron con una sola fuente de ingresos.
Para cuando mis clientes se acercaron a mí, se encontraban en aprietos financieros y en estado de pánico. Me explicaron que habían recurrido a todos sus ahorros y habían agotado totalmente su línea de crédito de su primera casa para poder comprar la segunda. El mercado inmobiliario era sólido por lo que nunca pensaron qué sucedería en caso de que no pudieran vender su casa a la brevedad. Como sus ahorros disminuían rápidamente, estaban listos para recurrir a su Plan de Ahorro para la Jubilación, que es un plan canadiense de retiro similar al plan 401(k), y a otras inversiones para ayudarse a continuar cubriendo los gastos.
Los hice conscientes de que no solamente estarían detonando el pago de impuestos por acceder a sus ahorros para el retiro, sino que también estarían haciendo un retiro de sus inversiones en un momento en el que los mercados atravesaban una depresión temporal como resultado de la pandemia. Pude convencerlos de que ese habría sido el peor momento para recurrir a sus fondos de ahorro para el retiro.
En primer lugar, les indicamos solicitar los programas de ayuda gubernamentales que se habían implementado para ayudar a las personas que habían sido afectadas financieramente como resultado de la pandemia. A continuación, revisamos cómo podríamos ayudarles a lidiar con el costo adicional de mantener su antigua casa hasta que se vendiera. Finalmente, la solución fue tener acceso al valor en efectivo que habían generado en su póliza de vida.
Se trataba de una póliza de vida entera que había estado generando un valor durante varios años. Este tipo de póliza les da a los clientes la opción de hacer retiros con el paso del tiempo y, en caso de que hayan ahorrado lo suficiente para cuando se retiren, pueden hacer uso del dividendo para cubrir el costo del carácter vitalicio del seguro. En ocasiones, los clientes olvidan que tienen esta opción la cual puede ser un salvavidas en tiempos de crisis.
En menos de una semana tramitamos el préstamo y eso les permitió tener el suficiente valor en efectivo para cubrir sus obligaciones financieras durante, al menos, nueve meses adicionales. Asimismo, nuestra solución les dio acceso a los fondos sin tener que pagar pena- lizaciones o impuestos por los retiros. Finalmente, la pareja pudo vender la casa y el esposo volvió a laborar. Una vez que las cosas volvieron a la normalidad, pu- dieron pagar el préstamo. Actualmente, están volviendo a generar un fondo de emergencias y se están concentrando en aportar más fondos para su retiro.
Aurora Tancock es miembro MDRT desde hace 20 años de St. Catharines, Ontario, Canadá. Puedes contactarla en su dirección: aurora@atfs.ca.