John y su esposa habían sido mis amigos durante más de tres décadas (nos conocimos aproximadamente 15 años antes de que se convirtieran en mis clientes) y, por eso, ellos sabían que podían acercarse a mí cuando recibieron la noticia de que él tenía cáncer de próstata. La pareja fue a verme inmediatamente después de estar en el consultorio del doctor y John me dijo que tendría que someterse a una cirugía en tan solo 7 días. Como su asesor, mi responsabilidad era asegurarme de que tanto él como su familia contaran con los fondos que necesitaban y, como su amigo, también era mi deber ayudarles en todo lo que pudiera desde el punto de vista humano.
Nos reunimos con mi socio comercial quien se había sometido exactamente a esa misma cirugía aterradora y alarmante unos cuantos años atrás. Supe que el hecho de que platicaran con él les ayudaría a John y a su esposa a darse cuenta que, al igual que mi socio, podrían superar esta dura experiencia. Considero que esa conversación salió mejor de lo esperado, pues les dio cierta tranquilidad ante la incertidumbre. Mientras tanto, llené una solicitud para el pago de un siniestro por parte de la aseguradora; usé el reporte médico que John y su esposa me proporcionaron y la compañía aprobó la solicitud cuando ellos aún se encontraban en mi oficina. Así que en lugar de esperar durante un mes o más para que se tramitara el siniestro, pude entregarles un cheque por $600,000 USD unos días después de la operación de John.
Llevábamos una década gestionando todos los seguros contra riesgos de John en mi oficina, pero este siniestro nos permitió involucrarnos también en la parte de su planeación financiera de vida.
John y su familia todavía tenían un largo camino por delante, pero ya tenían un cheque. Se sometió a la cirugía y se recuperó por completo. Doce meses después recompró la póliza por la que había cobrado el siniestro y compró una porción adicional para obtener una cobertura por fallecimiento. Actualmente cuenta con una póliza con una cobertura por una incapacidad permanente y una cobertura por fallecimiento que valen más de $2 millones de USD. Este escenario fue el mejor ejemplo de cómo funciona en acción un seguro por enfermedad crítica. Les quitó el peso de encima del impacto que la cirugía podría tener en su situación financiera. John y su familia no podían creer la rapidez con la que se había procesado el siniestro y el pago y, como resultado, tres miembros más de su familia se convirtieron en mis clientes. Esto no solamente me hizo sentir bien a mí, sino que todo el equipo en mi oficina se sintió motivado por el hecho de ver un seguro de vida en acción de una forma real y significativa.