Hace unos tres años, el papá de uno de mis amigos de la escuela experimentó un dolor agudo en el pecho. Sufrió un paro cardíaco grave que podría haber acabado con su vida en ese momento —si no hubiera estado protegido con una de las pólizas de seguros que ofrecemos—.
Antes de su paro cardíaco, aseguré al padre de mi amigo con un seguro de enfermedades críticas. También hablamos de un producto especial que tenemos y que proporciona beneficios médicos en la póliza de seguro de vida. Este producto cubre cualquier cirugía mayor, tratamiento de emergencia o diagnósticos hospitalarios. Mi amigo estaba completamente en desacuerdo con este seguro e hizo todo lo que pudo para disuadir a su padre de contratar esta póliza especial. A pesar de que su padre también tenía sus reservas, al final firmó para contratar el seguro adicional.
Poco después, sufrió el paro cardiaco que lo llevo al hospital. Afortunadamente, la cobertura de atención de emergencia por accidentes pagó un hospital privado. En ese momento se activó la parte de la póliza que cubría cirugías y que incluía los diagnósticos hospitalarios. Le realizaron un angiograma e inmediatamente después, una angioplastia, ambas cubiertas por la póliza.
Si el señor no hubiera contratado nuestras pólizas, no habría tenido acceso a la atención médica que lo mantuvo con vida. Sin recursos económicos para atenderse en un hospital privado, habría tenido que esperar indefinidamente a que hubiera cupo en uno público, sin la garantía de que el personal tuviera el nivel de experiencia necesario para tratar un infarto agudo de miocardio.
Este caso demuestra que a veces hacemos recomendaciones a los clientes, pero no sabemos el impacto que tendrán. Lo damos por sentado porque nos reunimos con muchas personas en nuestro trabajo. Sin embargo, este caso en particular me ha acompañado a lo largo de los años. En mi opinión, sin esa cobertura, creo que el señor habría muerto. No es que las primas fueran muy elevadas, sino que marcaron una gran diferencia en la vida de su familia.
Cuando se recuperó, me llamó llorando de alegría y me dijo: “Dudé mucho en contratar esta póliza, pero gracias a que la compré, hoy estoy vivo. Puedo estar con mi mujer y mis hijos, y con el tiempo conoceré a mis nietos”.
En la actualidad, este caballero sigue siendo un buen amigo mío. Su mujer dirige un hogar para niños procedentes de entornos problemáticos. Algunos han sufrido abusos, otros han sido testigos de delitos por lo que el hogar es un santuario. Durante las vacaciones de Navidad, realizamos muchas obras benéficas con esta organización. Es una sensación agradable seguir en contacto con esa familia.
Saad Baksh es miembro de MDRT desde hace 16 años de Marabella, Trinidad y Tobago. Contáctalo en saadanthonybaksh@gmail.com.