Cuando conocí a David, inmediatamente lo vi como un posible cliente. Dado que ambos compartíamos el amor por el hockey sobre césped, nos hicimos muy buenos amigos.
En general, David hizo lo que le recomendé, aunque no en su totalidad. De vez en cuando prefería un seguro con una prima más barata, pero al menos siempre hacía algunas de las cosas que le sugería. Tenía dos hijos encantadores que se encontraban en primaria y estaba felizmente casado con Louise. La vida era buena.
Un día, David me llamó y me preguntó si estaba sentado porque tenía malas noticias. Le diagnosticaron cáncer y su médico le había dado 18 meses de vida, tal vez menos. Era finales de septiembre. “¿Qué tengo que hacer, Simón?”, preguntó.
Hablamos de sus pólizas de enfermedades críticas, que se pagaron 28 días después. Su planeación patrimonial estaba en orden, mas no del todo organizada para su muerte inminente. Entonces, comenzamos a cambiar las cosas y trabajé con su abogado para redactar un nuevo testamento y fideicomiso.
En realidad, nunca había platicado mucho con Louise, y David y yo estuvimos de acuerdo en que eso tenía que cambiar. Organizamos una reunión mientras los niños estaban en la escuela. Ya estábamos a principios de diciembre y David se estaba deteriorando rápidamente. Revisé los planes, incluyendo la cobertura de vida de David, los planes de protección de vida de Louise y sus respectivas pensiones. Louise asentía frecuentemente, mas no decía mucho. David esperó a que terminara mi presentación y luego le dijo a Louise: “Quiero que me prometas una cosa. Por favor, haz lo que dice Simon sobre nuestras finanzas”. Luego, cuando ella estuvo de acuerdo, él se volvió hacia mí y me dijo: “Confío en que cuidarás de Louise y de los niños tal como lo has hecho conmigo”.
El abogado me llamó justo antes de Navidad, después de cerrar la oficina por las vacaciones. Me explicó que tenía el papeleo listo, pero que el cliente necesitaba firmarlo. ¿Podría esperar? Llamé a David y acordamos que no podía. Así que conduje hasta allí el 23 de diciembre. Hicimos todos los arreglos según lo acordado y como él deseaba, y me fui. David murió el día de Navidad.
Louise recibió suficiente dinero para cuidarla por el resto de su vida. Los niños tenían su propio dinero, el cual se utilizó en su mayoría para terminar la escuela, aunque les sobró algo para ayudarles a iniciar su vida adulta. Comprendieron el valor de la asesoría financiera desde una edad temprana y ahora ambos poseen sus propias casas. David siempre hizo lo que le sugerí para la planeación de su legado y la protección mediante los seguros, aunque no en toda su extensión. Sin eso, la historia sería muy diferente. Siempre me siento privilegiado de ayudar a los clientes a hacer lo mejor para ellos y sus familias y, aunque estoy terriblemente triste (después de todo, David era mi amigo), obtuve un enorme grado de satisfacción al ver los resultados descritos anteriormente. Louise nunca tuvo que vestirse de luto.
Simon Gibson es miembro de MDRT desde hace 25 años de Burwell, Inglaterra, Reino Unido. Contáctalo en sgibsonmdrt@gmail.com.